Plaza Alta de Badajoz

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domingo, 3 de agosto de 2014

¡QUE FAMILIA!

UN SEÑOR Y UNA SEÑORA, UNOS HIJOS Y UN NIETO.

En una parte de un precioso país llamado España, vivió una familia que la componían, los progenitores, siete hijos y un nieto.

Los primeros fueron dos personas serias, cultas, que,  como es natural, después de unos años de noviazgo contrajeron matrimonio y con el tiempo, como también era natural, comenzaron a tener descendencia; siete fueron los hijos que tuvieron en total. Pasados unos años, uno de los hijos contrajo matrimonio y ofrecieron la alegría de un nieto a los abuelos que, acogieron con gran alborozo la noticia.

El abuelo, muchos años antes de serlo, como hombre de bien que era, eligió como profesión para ganarse el sustento, el negocio de las finanzas, proponiéndole a su padre crear un banco (así, como suena), y papá que se codeaba con personas allegadas a los medios financieros le dijo al niño, bien, tendremos un banco y, dicho y hecho, aquello comenzó a funcionar, a crecer y a crecer, hasta el punto de que para manejarlo ya no bastaba con unos cuantos señores con viseras y manguitos, las operaciones de activo, ya no se concedían a amiguetes y familiares para mejorar sus estatus, no, la entidad comenzó a crujir, se convirtió en el monstruo de las sietes cabezas ingobernable. Aparecieron agujeros, uno, otro y otro, el siguiente absorbió a los anteriores produciéndose su irremediable quiebra. Pero ¡quieto!, no pasa nada -dijo el dueño fundador a su hijo-, bien papá si tu lo dices, pero, una cosa, y yo que hago ahora, pues mira, tu has demostrado poca inteligencia, dedícate a la política que ahí si puedes -al menos- ganarte la vida y sacar a tu familia adelante. Papá eres genial, mira que no había caído yo, pues creemos un partido político y me presento a las próximas elecciones. Y así fue, creado y presentado, el chico fue y ganó las elecciones; formó un equipo con gentes inteligentes como él, se pusieron a trabajar -que era lo único que sabían hacer- y, el resto les vino rodado, eso sí, como he dicho anteriormente, trabajando de sol a sol y siendo muy austeros, pues ya los hijos se fueron haciendo mayores y papá no les consentía despilfarro alguno, ni caprichos ostentosos, por aquello de la pela es la pela. Hasta donde llegaba el control ejercido por el patriarca que, a sus más íntimos colaboradores, les tenía el mismo férreo control del gasto y, valga un solo ejemplo; a sus colaboradores más próximos una vez en la poltrona, Consejeros, Vicesnosequé, Alcaldes, Directores Generales y una larga lista, les hizo vivir en viviendas de protección oficial de 68 m2 y sus hijos igual -para dar ejemplo-, y estos, para ir a trabajar utilizaban bicicletas BH, -entonces había buena relación con los vascos-, menos el mayor, al que autorizó a comprar una lambreta de 125 cv. a plazos.

Fueron tiempos de vacas gordas (no es una indirecta), todo el mundo ganaba mucho dinero en España y ellos no iban a ser menos -lógico ¿no?- y fueron pasando los años, entramos a formar parte de Europa -mejor todavía-, siempre fuimos tratados muy bien, eramos honrados, trabajadores, austeros, solo una minoría de europeos decían que si nos gustaban los toros, el fútbol, la playa, la montaña, tener buenos coches, buenas motos, buenos pisos y en propiedad, hasta la llegada de la TV, se tenían siete u ocho hijos por matrimonio y, al poco tiempo empezó a deteriorarse la credibilidad hacía nosotros por "la casta europea". Pero los que mandaban en España decían que, había que consumir -por aquello de la balanza de pagos- y nos dieron unos cursos acelerados y, bueno, aquello fue coser y cantar, empezamos a firmar letras de cambio de manera enfermiza, como si de una competición se tratara, y la verdad, aquello funcionó y los pobres empezamos a codearnos con los ricos, compramos segundas viviendas, algunos hasta una tercera y cuarta, coches de cinco plazas, plazas de garaje a seis manzanas de la vivienda, 45 días de vacaciones en la playa y a los hijos los empujábamos a la universidad, bueno fijaros, hubo familias de seis miembros que se juntaron con siete u ocho médicos o abogados, aquello era vida.

No muchos años después, se leía en los medios que se estaban construyendo tantas y tantas cárceles y decíamos, que idiotez, para que construir tantas cárceles en lugar de colegios é institutos, pero joder macho, que visión de futuro la de aquellos políticos, ahora, necesitas una recomendación del ministro del ramo para ingresar por muy gorda que la líes.

En esa estábamos, cuando un día el abuelo agarra un folio, pide que le traigan un atril (por cierto tuvo que ir el pobre hombre a por el) y se descuelga con que ha estado defraudando al Estado un montón de años, que ha estado mangando y llevándoselo en maletines a paraísos fiscales -no crean que los llevaban a alguna escombrera- o a barrios periféricos de su ciudad, no, a sitios chachis pirulis y en cantidades ingentes. Claro él, en su descargo leyó -que yo lo oí-, que el dinero era de una herencia que le dejó su padre, venga yaaaaa.

Claro como se ha dicho siempre, tirando del hilo, se da con el ovillo. Después del folio de marras, las autoridades competentes "que llevan trabajando en esto ni se sabe cuanto tiempo", saben que los hijos de papá, han sido tan inteligentes como él. Tengan en cuenta que, la profesión es la misma, las aficiones también y la sangre parece ser del mismo color, pues ya saben, verde y con asa, ¿fácil no?.

Y esta parte es la más dura, su nieto, mientras fue pequeño, no pasó nada, tuvo algún capricho el día de los Reyes Magos y a correr. Pero el niño, ya no es tan niño, está terminando su carrera de abogado, como estudió en España habla cuatro idiomas y ahora le han sonado los oídos, sus compañeros de clase lo han puesto al día de todo lo que se está descubriendo que esto no ha hecho más que empezar-, se ha cogido el ave y a sus padres y titos los ha mandado a tomar ....,a su abuelo no se ha atrevido, pero si le ha dicho, nunca pensé que me ibas a decepcionar de esta manera, lo siento pero no puedo aceptar a un abuelo corrupto, un abuelo que ha estafado y robado millones a personas que le creían un hombre de bien, no quiero tener nada a mi nombre que adquirieras por vía ilegal. A mis padres y tíos, ya les he mandado a donde hace tiempo deberían estar, por último, que sepas que cuando termine mi carrera dentro de un año -para lo que pienso solicitar una beca-, me marcharé a ejercer lejos de vosotros, seguramente vaya a ese país que tantas veces me decíais que nos robaba.
Si pueden, sean felices. JG.


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